- Podría responderte ¿por qué no? pero además de imaginar tu obvia respuesta, no me parece cortés eludir la cuestión, máxime cuando a mi mismo se me plantea.
- ¿Y si obvia te parece mi réplica, que argumentos me das tú?
- Sinceramente, te digo que sólo puedo hablar de lo que yo siento, pues no puedo hablar de otra cosa con certeza, pero haciéndome valer de lo que pienso, imagino, leo, veo, oigo y siento intentaré darte cumplida respuesta.
- Entonces cuando quieras, da el orden que estimes oportuno a tu exposición.
- Si nos atenemos al orden cronológico del surgimiento de la expresión "qué gracioso es todo", en primer lugar imagino que la justificación surgió de la disyuntiva que plantea la posibilidad de percibir la realidad como que todo es gracioso, es decir, hacer creer a uno mismo que todo lo que le rodea es el mejor mundo posible, enviarse a uno mismo mensajes independientemente del estímulo recibido.
A partir de la observación de personas con estados mentales (patológicos) me surge la duda de si la inversión de los mismos o mejor dicho la provocación voluntaria de estados mentales (opuestos a los patológicos) confiere un resultado de sentimientos distintos a los que observo en personas con alteraciones agudas de sus estados mentales.
Ésto es, de alguna manera lo que estoy planteando es una analogía sin pretensión de veracidad científica, que consiste en: si personas con estados mentales patológicos, sufren, tienen turbación en el alma, es decir, ansiedad, angustia, temor, circunstancias las cuáles no les dejan vivir a gusto consigo mismo ni con los que les rodean, y éstas circunstancias se deben a que tienen alteraciones en los pensamientos del tipo de "yo soy incapaz" "yo no puedo" "van contra mí" "me persiguen" o tienen alucinaciones que les hacen vivir (oír, ver, sentir) de hecho una realidad diferente con elementos perturbadores ajenos a lo común que hacen vivir infelizmente.
¿Podría darse el caso que una persona tenga pensamientos del tipo: yo soy capaz, yo puedo, conozco buena gente que me ayuda, incluso llevado a un extremo alucinar con elementos que provoquen paz, sosiego, alegría de tal modo que viva una realidad por así decirlo de flores y parajes bucólicos?
- Bien has dicho, pero sabes igual de bien que yo, que puedo arrojarte argumentos biologicistas para el caso que expones de personas con estados mentales (patológicos), que defienden que dichos estados es la mera alteración de sustancias químicas en nuestro organismo.
Aparte de ésto, parece obvio e intuitivo que, al contrario del refrán "piensa mal y acertarás" si diriges tus pensamientos en otra dirección, probablemente "el viento sople a favor de quien sabe a dónde va". ¿Pero acaso en todo lo que dices no hay un aroma de la corriente de la psicología positiva?
- De alguna manera así es, hoy día ha proliferado mucha literatura bajo el estandarte de "psicología positiva" y "autoayuda" aunque se haya mezclado en las editoriales o en las librerías compartan estanterías, algo que me puede parecer irrespetuoso para con los que hacen de la psicología una ciencia.
Pero más allá (del mar habrá un lugar) de semenjanzas y diferencias entre disciplinas, la psicología nos dice que el pensamiento lleva a un sentimiento y éste a su vez a producir una conducta, por lo que no es tan raro pensar que el pensamiento positivo acabe antes o después con una conducta "positiva".
Pero siguiendo la propuesta inicial que enunciaba, ¿si el delirio o la alucinación te lleva a la angustia podría darse el caso de que el delirio o alucinación hacia qué gracioso es todo te lleve a vivir un mundo de gracia?
- Sinceramente, desconozco si es posible la alternativa que planteas acerca de enloquecer para goce y disfrute de la vida engañándose a uno mismo haciéndole creer qué gracioso es todo, sabes que defiendo que una vida no es digna de ser vivida sin el filosofar y me parece que dejar a la mente viajar hacia el delirio de que todo es gracioso es vivir sin criterio, sin juicio en su sentido peyorativo y no precisamente en el sentido virtuoso de la epoché estoica que promueve la suspensión del juicio.
- Sé benévolo conmigo pues incluso aún para convencerte de no filosofar he de filosofar, por otra parte no esperaba menos de tu racional mente, que me negases el placer a enloquecer, pero y si te digo que a mí mas que el abandono de la reflexión y de la vida en búsqueda del saber, me parece que la locura que te propongo se asemeja a la de aquellos que permanecen absortos en su meditación, o aquellos otros que abandonan convencionalismos para seguir un patrón de vida que por distinto les proporciona creer que viven otra realidad o aunque mantengan la duda que la sensación les haga percibir que la realidad es bien graciosa. ¿O acaso una lectura, creo, poco tendenciosa de la vida y obra de Jesucristo no ofrece la posibilidad de apoyar lo que propongo?
- ¿Me nombras al que llaman hijo de Dios para defender tu tesis? Veo que tan atrevido eres en alusiones como en pretensiones. Mas bien tus palabras separadas de los extremos me recuerdan a la narratividad, es decir, a la manera que cada uno tiene de narrar los acontecimientos vitales, una manera de subjetivismo, por ejemplo hay quienes ante un suceso similar expresan con palabras mensajes positivos o negativos, siendo tú opción la de hacer una narración positiva de la propia vida, pues la manera de contar, y de nosotros creernos lo que contamos puede influir en el resultado último.
De todas maneras debo recordarte los datos que se arrojan de nuestra convivencia en el mundo, como por ejemplo, que hay bombas atómicas para destruir varias veces la masa terrestre, que personas con malaria o enfermedades diarreicas mueren sin recibir tratamiento, que con el 10% del dinero destinado al rescate financiero en EEUU se conseguía alcanzar los objetivos del milenio para Africa (entera)... parece gracioso algo de ésto o es justo creer que gracioso es todo viendo objetivamente la realidad.
- Me pones en un aprieto, pues negar la evidencia puede situarme como insolidario, egoísta o incluso parecer que me rió de las desgracias ajenas y distantes. No soy capaz de eludir esa parte de la realidad que me nombras, ni de mirar a otro lado, ni de negar la evidencia.
Recuerdo a Schopenhauer cuando decía "la vida de manera general es una tragedia, no obstante en su detalle se puede interpretar como comedia" creo que no podemos tener duda que según el estado de las cosas a nivel mundial debemos mostrarnos conformes con aquella definición que dice que el optimista es un pesimista desinformado, pero puestos en el lugar del mundo dónde hayamos caído, es tarea nuestra percibir la realidad, es decir, somos seres perceptivos, mas que como opción, como condición, nos es inevitable que cada uno vea la realidad según el cristal con el que lo mira y por lo tanto defiendo que una postura que tiende hacia la alegría favorece un constructivismo tanto personal como colectivo y aquí cito a Dorothy Day cuando afirmaba: "Nadie tiene derecho a pararse y sentir desesperanza. Hay demasiado que hacer".
- Has eludido la tragedia ajena con tintes de solidaridad y amparándote en la buena predisposición como motor de ayuda a los que sufren. Pero ya que nombras a diferentes autores como si el argumento de autoridad fuera suficiente carga para convencer a alguien. Me veo obligado a mostrarte la otra cara de la moneda, el otro cristal que tú mismo mencionas para mirar la realidad. Te resguardas en la cita que dice "nadie tiene derecho a pararse..." ¿tú crees que un conformista o alguien que sepa ver lo positivo de todo reclamará, protestará o se movilizará por las causas justas si todo le parece bonito? yo también recuero palabras de diferentes autores y como plantean "la furia como lugar epistémico", es decir, que más allá del asombro y del sorprenderse ante lo nuevo o diferente lo que nos lleva a intentar alcanzar la verdad y el conocimiento es el enojo, el cabreo, la contradicción que nace dentro de nosotros ante lo que nos encontramos, ¿Una actitud alegre y condescendiente con la realidad puede llevar a conocer con el mismo grado de certeza?
Por otro lado, Theodor Adorno nos decía: "divertirse es estar de acuerdo" es ser cómplice de las atrocidades, como de alguna manera lo eran las personas que vivían a kilómetros de las atrocidades de los campamentos del holocausto, ¿consideras de justicia divertirse (estar de acuerdo) con lo que ocurre por el mero hecho que en general sea atroz pero en los detalles cause hilaridad?
Se me plantean interrogantes que no consigo ver resueltos en tus planteamientos, "hoy en día se ha producido la inversión de lo cómico" (D. Hernández, La comedia de lo sublime) reímos o nos hace gracia lo que el análisis racional analiza como aborrecible, se consumen productos de ninguna belleza estética ni ética, y a sabiendas del espectáculo que se está ofreciendo las personas continuamos consumiendo y se nos sigue ofreciendo basura que no tiene nada de cómico. ¿Crees que haya que esbozar cierta sonrisa porque una persona haga un gesto de solidaridad apadrinando una asociación benéfica con el dinero que obtiene de dar patadas a un balón cosido por los niños que la asociación benéfica se encarga de proporcionarles educación sin éxito porque coser balones les da de comer el día presente?
En serio rechazo subir al carro de la estulta sonrisa en contra de la propia diginidad humana.
- Querido, ¿en serio no crees que una actitud armoniosa en lo alegre no puede ser más enriquecedora para uno mismo y los demás que la actitud diligente y encabronada ante lo que uno cree que es la realidad que se le ofrece?
Ante el panorama que sitúa el viaje que realiza lo sublime hacia lo irracional, me veo en la obligación de darte mi último argumento, que aunque aspiro a que sea cuestionado, deseo sea el último en cronología y el primero en importancia: Aunque comencé argüyendo la gracia como cualidad principalmente subjetiva, cuestión de perspectiva o como herramienta para una vida feliz. Quiero hacer hincapié en que el recorrido que uno mismo realiza en obediencia a la exhortación "conócete a ti mismo", el camino al interior pone de relieve lo divino que hay en nosotros, qué lejos de residir en lejanos paraísos inalcanzables, encontramos la morada de lo divino en nuestro interior, y si conseguimos armonizar el ritmo interno y externo haciendo semejantes nuestro talante con el que nos rodea, podremos estar cerca de decir que vivimos divinamente, es decir, como divinidades o dicho de otra manera vivir como Dios, que no es otra cosa que vivir relacionado con la divinidad. Aquí tenemos la Gracia de todo o si prefieres qué gracioso es todo.
Qué gracioso es todo, lejos de plantear la irresponsable, ingenua e incívica conducta, promueve que los que se percaten que todo está imbuido de la gracia divina, viva en concordancia, equilibrio y armonía ya que nos podemos servir y nosotros servir a todo para contribuir que nuestro mundo, particular y colectivo esté lleno de gracia. Éste es el significado de qué gracioso es todo y por qué que gracioso es todo.
3 comentarios:
Genial.
Un saludo
genial que lo hayas leído, me olvide enviartelo previa publicación.
saludos para ti también.
Gracias Juan. El último párrafo pinta el mundo de otro color. Sencillamente .....divino
Alfredo
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