Donde sea, cuando sea.
Querida vida:
Muchas gracias,
Te quiere Juanfra.
P.D.: Vaya por delante, por si nuestra relación se culmina antes de acabar la carta.
Querida amiga muerte:
¿Quién eres? O debería preguntar ¿Qué es la vida? O como inquiría Kant en última instancia ¿Qué es el hombre?
Bajo el anhelo de encontrar un común denominador, de darme una respuesta lo más universal acerca de ti, querida muerte, intento dirigir mi pensamiento a lo más básico, común o primitivo; que pueda darme consistencia para afirmar que se cumple en todos los seres humanos. Mi sesgado pensamiento se inclina hacia lo fenoménico, pues mi corta experiencia me sugiere que lo tangible es a lo que nos ceñimos comúnmente, a mi pesar, para acordar un mínimo a convenir; pues en tu caso mortis; las razones fenoménicas más “evidentes” son:
- Un cuerpo inerte; la culminación del proceso por el cual un ser humano cesa su actividad orgánica (evitando por el momento las consideraciones limítrofes donde la medicina hace su aportación)
- Energía; restándonos un poco de importancia antropológica; somos energía y como tal estamos en constante transformación; así que aunque creamos que ha llegado nuestro fin, seguiremos siendo energía en transformación. (Teoría sobre la cual se fundamentan algunas creencias sobre la que volveré).
Quería comenzar, marcando un sustento que nos pueda poner de acuerdo, aunque para ti todo lo humano y mis reflexiones te muevan a risa, añadiría incluso, que tomando distancia del simbolismo que atesoras; querida mortis, eres un devenir más de la vida, como casarse, comer, atarse los cordones del calzado…pero tranquila que no te voy a negar tus características tan peculiares, que te diferencian de lo mundano. Además para ser honesto, te confieso que a mí, es al primero, que ésta visión fenoménica me parece simplista y resultante de aplicar la reducción a una excesiva mínima expresión, aunque te repito, desde mi manera de pensar, es muy importante establecer un mínimo común denominador por precario que sea, para continuar con el razonamiento de cómo afrontarte.
Permíteme, que te cuente, mi opinión acerca de ti, procuraré ser “objetivo”, “aséptico”…pero me concederás la licencia de afirmar que en ti reina más la creencia que la evidencia. Si pienso en ti y en tu forma de ser, recuerdo la aseveración “solo hay algo tan irremediable como la muerte, es la vida.” y a su vez pienso como conllevas entre otras actitudes, un carácter único, irrepetible e igualador, ciertamente extraordinario; y encuentro una entidad con la que equipararte, Nacer. Pero se os tiene en muy diferente estima; desde mi opinión porque hemos creado la dicotomía Nacer y Morir, íntimamente relacionada con Vida y Muerte; y os afirmamos como opuestos y contradictorios; cuando existen corrientes de pensamiento que defienden que hablamos de lo mismo, me explico, la vida y la muerte no están en planos distintos, sino que conforman un continuo, y la muerte comienza cuando se inicia la vida y viceversa.
Querida mortis, para mí, no eres lo contrario, ni excluyente a la vida, sino que eres vida misma, y como tal, te considero; desde ésta perspectiva, aprovecho para introducir la acepción de finitud, de la que también me quiero hacer valer en nuestra interlocución. Finitud como completitud, como si de una obra de arte se tratase, soy consciente que en cualquier momento ésta misión (mi vida) puede quedar inacabada, es por eso que cada cincelada o brochazo que de, puede que sea el último, y como no tengo completa certidumbre que lo sea, debo propinar a cada manifestación un carácter de autenticidad, en ésta dirección se argumenta tu aportación para la vida moral, vida moral que es para mí la quinta esencia, ese departamento que no alcanzamos a descifrar pero nos acompaña y configura nuestra genuina ontología, y además fundamento de una tesis escatológica, dónde cobra cierta consistencia que la vida moral tenga repercusión en una posible vida eterna, me explico tu capacidad para finiquitar, nos otorga, un instrumento útil en la toma de decisiones cotidianas y un elemento de peso para la reflexión sobre la vida eterna y la repercusión que nuestros actos puedan tener postmortem.
Te sigo advirtiendo, que la visión fenoménica, era importante para mí, a la hora de tener un mínimo de donde partir el razonamiento, pero debo seguir abriendo el abanico, pues era reducir demasiado tu expresión, so peligro de falsarte por incompleta; espero que a éstas alturas puedas atisbar razones suficientes de porque te tengo en buena estima y aprecio, pues quererte es como querer mi propia vida y por ende a mi mismo, y considero que llevas concomitante aspectos de mucha relevancia, pues los que a continuación voy a exponerte, creo mueven más sentimientos y emociones que todos los cadáveres que puedas transportar.
Creo que tienes efecto sobre: el sujeto, los que le rodean, la moral de ambos y de manera más evidente ante lo que conocemos como moribundo, y todo ello creo que apunta de nuevo a la misma raíz, al ser humano, y dando respuestas al ser humano, creo poder darnos respuestas en nuestra relación. Con éste animo y para terminar de argumentar la idea con la que me presento ante ti; que tengas tanto de muerte como de vida y tanto de vida como de muerte , voy a valerme de dos tesis antropológicas de aparentes orígenes distintos, y ante las que me disculpo pues a conciencia las voy a pervertir hasta límites dudosos de ser aceptados por verdaderos conocedores de las mismas.
Por una parte se considera al ser humano como ente formado por jing (esencia), qi (energía) y shen (espíritu), lo que en términos más frecuentes podríamos decir: cuerpo, alma y fuerza, y las tres interrelacionadas constituyen la vida humana, el seguimiento de un camino, un entrenamiento en las tres esferas confiere, nos aseguran una naturaleza inmortal, o mejor aun para evitar malentendidos citaré textualmente la traducción que hace Daniel Reid a John Blofed en Taoism: Road to inmortality
“un inmortal es alguien que , tras desplegar al máximo todas las posibilidades de su cuerpo y su mente, tras deshechar las pasiones y erradicar hasta los más sencillose inofensivos deseos, ha alcanzado una existencia libre y espontánea; es un ser tan próximo a la perfección que su cuerpo no es más que una cáscara o receptáculo del puro espíritu. La muerte, cuando venga, sólo será para él como desprenderse de un vestido gastado. Ha ganado la vida eterna y está preparado para zambullirse de nuevo en el ilimitado océano del puro ser”
Por otro lado, se entiende al ser humano como sujeto creado a imagen y semenjanza de Dios, y afirmamos que Dios es Amor (amor como Caritas), luego espero no hacer una inferencia errónea al afirmar que el ser humano es Amor, y el Amor al menos para mí persona comporta rasgos tan peculiares, paradójicos, misteriosos como la propia explicación de la Santísima Trinidad, la que forman Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, fundamento de la fe, fe necesaria para la vida eterna, pero no quiero volver a ser yo el que con mis palabras produzca sesgo así que citaré 2ª Cor., 5,1-10:
“…1 Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos.2 Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste,3 si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos.4 ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.5 Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu.6 Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor,7 pues caminamos en la fe y no en la visión...8 Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.9 Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle.10 Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. “
Me resulta inevitable ponerme a mi mismo y a ti querida compañera de viaje, en alerta ante los paralelismos y semejanzas que me ofrecen ambas alternativas, la consecución de una meta, como resultado de un camino, el entendimiento de la realidad humana mediante figuras trinitarias inmanentes, que simbólicamente evocan lo material, lo inmateriales y lo dinámico.
Y porque entre otras causas, “lo breve de mi vida y lo oscuro del tema” me impiden alcanzar a entender el mensaje de la filosofía taoísta y de la religión católica en su plenitud, e intuyo que otras muchas confesiones otorgan parecidas respuestas; es por lo que si tengo que hacer un alegato a día de hoy, te manifiesto, “mortis”, que te incluyo en mi proyecto de vida, pues te repito que eres mi vida misma, que espero poder trabajar contigo a diario hacia una meta clara y distinguida, la cual no me repercuta miedo, temor, ni noción negativa acerca de ti, pues estaría negando de manera constructiva mi propia existencia.
Por mi parte agradecerte tu compañía, emplazarnos para futuros diálogos, donde critiquemos éstas líneas, nos maticemos y sigamos aprendiendo a aprender.
Te quiero, Juanfra Blázquez
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE DE JORGE MANRIQUE
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte 5
tan callando,
[…]Este mundo es el camino
para el otro, que es morada 50
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
En Salamanca, en otoño del 2008
DNI:50871905E
Querida vida:
Muchas gracias,
Te quiere Juanfra.
P.D.: Vaya por delante, por si nuestra relación se culmina antes de acabar la carta.
Querida amiga muerte:
¿Quién eres? O debería preguntar ¿Qué es la vida? O como inquiría Kant en última instancia ¿Qué es el hombre?
Bajo el anhelo de encontrar un común denominador, de darme una respuesta lo más universal acerca de ti, querida muerte, intento dirigir mi pensamiento a lo más básico, común o primitivo; que pueda darme consistencia para afirmar que se cumple en todos los seres humanos. Mi sesgado pensamiento se inclina hacia lo fenoménico, pues mi corta experiencia me sugiere que lo tangible es a lo que nos ceñimos comúnmente, a mi pesar, para acordar un mínimo a convenir; pues en tu caso mortis; las razones fenoménicas más “evidentes” son:
- Un cuerpo inerte; la culminación del proceso por el cual un ser humano cesa su actividad orgánica (evitando por el momento las consideraciones limítrofes donde la medicina hace su aportación)
- Energía; restándonos un poco de importancia antropológica; somos energía y como tal estamos en constante transformación; así que aunque creamos que ha llegado nuestro fin, seguiremos siendo energía en transformación. (Teoría sobre la cual se fundamentan algunas creencias sobre la que volveré).
Quería comenzar, marcando un sustento que nos pueda poner de acuerdo, aunque para ti todo lo humano y mis reflexiones te muevan a risa, añadiría incluso, que tomando distancia del simbolismo que atesoras; querida mortis, eres un devenir más de la vida, como casarse, comer, atarse los cordones del calzado…pero tranquila que no te voy a negar tus características tan peculiares, que te diferencian de lo mundano. Además para ser honesto, te confieso que a mí, es al primero, que ésta visión fenoménica me parece simplista y resultante de aplicar la reducción a una excesiva mínima expresión, aunque te repito, desde mi manera de pensar, es muy importante establecer un mínimo común denominador por precario que sea, para continuar con el razonamiento de cómo afrontarte.
Permíteme, que te cuente, mi opinión acerca de ti, procuraré ser “objetivo”, “aséptico”…pero me concederás la licencia de afirmar que en ti reina más la creencia que la evidencia. Si pienso en ti y en tu forma de ser, recuerdo la aseveración “solo hay algo tan irremediable como la muerte, es la vida.” y a su vez pienso como conllevas entre otras actitudes, un carácter único, irrepetible e igualador, ciertamente extraordinario; y encuentro una entidad con la que equipararte, Nacer. Pero se os tiene en muy diferente estima; desde mi opinión porque hemos creado la dicotomía Nacer y Morir, íntimamente relacionada con Vida y Muerte; y os afirmamos como opuestos y contradictorios; cuando existen corrientes de pensamiento que defienden que hablamos de lo mismo, me explico, la vida y la muerte no están en planos distintos, sino que conforman un continuo, y la muerte comienza cuando se inicia la vida y viceversa.
Querida mortis, para mí, no eres lo contrario, ni excluyente a la vida, sino que eres vida misma, y como tal, te considero; desde ésta perspectiva, aprovecho para introducir la acepción de finitud, de la que también me quiero hacer valer en nuestra interlocución. Finitud como completitud, como si de una obra de arte se tratase, soy consciente que en cualquier momento ésta misión (mi vida) puede quedar inacabada, es por eso que cada cincelada o brochazo que de, puede que sea el último, y como no tengo completa certidumbre que lo sea, debo propinar a cada manifestación un carácter de autenticidad, en ésta dirección se argumenta tu aportación para la vida moral, vida moral que es para mí la quinta esencia, ese departamento que no alcanzamos a descifrar pero nos acompaña y configura nuestra genuina ontología, y además fundamento de una tesis escatológica, dónde cobra cierta consistencia que la vida moral tenga repercusión en una posible vida eterna, me explico tu capacidad para finiquitar, nos otorga, un instrumento útil en la toma de decisiones cotidianas y un elemento de peso para la reflexión sobre la vida eterna y la repercusión que nuestros actos puedan tener postmortem.
Te sigo advirtiendo, que la visión fenoménica, era importante para mí, a la hora de tener un mínimo de donde partir el razonamiento, pero debo seguir abriendo el abanico, pues era reducir demasiado tu expresión, so peligro de falsarte por incompleta; espero que a éstas alturas puedas atisbar razones suficientes de porque te tengo en buena estima y aprecio, pues quererte es como querer mi propia vida y por ende a mi mismo, y considero que llevas concomitante aspectos de mucha relevancia, pues los que a continuación voy a exponerte, creo mueven más sentimientos y emociones que todos los cadáveres que puedas transportar.
Creo que tienes efecto sobre: el sujeto, los que le rodean, la moral de ambos y de manera más evidente ante lo que conocemos como moribundo, y todo ello creo que apunta de nuevo a la misma raíz, al ser humano, y dando respuestas al ser humano, creo poder darnos respuestas en nuestra relación. Con éste animo y para terminar de argumentar la idea con la que me presento ante ti; que tengas tanto de muerte como de vida y tanto de vida como de muerte , voy a valerme de dos tesis antropológicas de aparentes orígenes distintos, y ante las que me disculpo pues a conciencia las voy a pervertir hasta límites dudosos de ser aceptados por verdaderos conocedores de las mismas.
Por una parte se considera al ser humano como ente formado por jing (esencia), qi (energía) y shen (espíritu), lo que en términos más frecuentes podríamos decir: cuerpo, alma y fuerza, y las tres interrelacionadas constituyen la vida humana, el seguimiento de un camino, un entrenamiento en las tres esferas confiere, nos aseguran una naturaleza inmortal, o mejor aun para evitar malentendidos citaré textualmente la traducción que hace Daniel Reid a John Blofed en Taoism: Road to inmortality
“un inmortal es alguien que , tras desplegar al máximo todas las posibilidades de su cuerpo y su mente, tras deshechar las pasiones y erradicar hasta los más sencillose inofensivos deseos, ha alcanzado una existencia libre y espontánea; es un ser tan próximo a la perfección que su cuerpo no es más que una cáscara o receptáculo del puro espíritu. La muerte, cuando venga, sólo será para él como desprenderse de un vestido gastado. Ha ganado la vida eterna y está preparado para zambullirse de nuevo en el ilimitado océano del puro ser”
Por otro lado, se entiende al ser humano como sujeto creado a imagen y semenjanza de Dios, y afirmamos que Dios es Amor (amor como Caritas), luego espero no hacer una inferencia errónea al afirmar que el ser humano es Amor, y el Amor al menos para mí persona comporta rasgos tan peculiares, paradójicos, misteriosos como la propia explicación de la Santísima Trinidad, la que forman Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, fundamento de la fe, fe necesaria para la vida eterna, pero no quiero volver a ser yo el que con mis palabras produzca sesgo así que citaré 2ª Cor., 5,1-10:
“…1 Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos.2 Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste,3 si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos.4 ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.5 Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu.6 Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor,7 pues caminamos en la fe y no en la visión...8 Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.9 Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle.10 Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. “
Me resulta inevitable ponerme a mi mismo y a ti querida compañera de viaje, en alerta ante los paralelismos y semejanzas que me ofrecen ambas alternativas, la consecución de una meta, como resultado de un camino, el entendimiento de la realidad humana mediante figuras trinitarias inmanentes, que simbólicamente evocan lo material, lo inmateriales y lo dinámico.
Y porque entre otras causas, “lo breve de mi vida y lo oscuro del tema” me impiden alcanzar a entender el mensaje de la filosofía taoísta y de la religión católica en su plenitud, e intuyo que otras muchas confesiones otorgan parecidas respuestas; es por lo que si tengo que hacer un alegato a día de hoy, te manifiesto, “mortis”, que te incluyo en mi proyecto de vida, pues te repito que eres mi vida misma, que espero poder trabajar contigo a diario hacia una meta clara y distinguida, la cual no me repercuta miedo, temor, ni noción negativa acerca de ti, pues estaría negando de manera constructiva mi propia existencia.
Por mi parte agradecerte tu compañía, emplazarnos para futuros diálogos, donde critiquemos éstas líneas, nos maticemos y sigamos aprendiendo a aprender.
Te quiero, Juanfra Blázquez
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE DE JORGE MANRIQUE
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte 5
tan callando,
[…]Este mundo es el camino
para el otro, que es morada 50
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
En Salamanca, en otoño del 2008
DNI:50871905E
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