Tras la pregunta que da título a la entrada del blog, normalmente se tiene la intención de conocer hábitos "tóxicos" de otra persona, y la respuesta esperada y normalmente encontrada gira entorno a las drogas más conocidas, cocaína, heroína, cannabis.
Profundizando un poco más, se continua preguntando por el consumo de tabaco y alcohol, encontrando a veces la más que elocuente respuesta: "lo normal". No haré comentario acerca de lo socialmente aceptadas que están algunas sustancias, pues quiero escribir acerca de lo socialmente afectados que estamos por otros hábitos.
En un primer contacto con el consumo de tóxicos, podríamos detenernos en este punto o podemos preguntarnos acerca de lo que comemos, ¿comemos alimentos exentos de tóxicos? ¿que se cumplan y reúnan unas condiciones de seguridad alimentaria, quiere decir que no introducimos tóxicos a nuestro cuerpo? ¿tenemos hábitos alimenticios saludables?...etc. Creo que hay suficiente literatura y tampoco es éste mi motivo de reflexión final.
Podríamos decir que lo anteriormente escrito hace referencia al aspecto fenomenológico, a los productos que podemos ver y tocar, más o menos directamente puesto que hay sustancias invisibles al ojo humano que forman parte de nuestra dieta, pero me valgo del ejemplo para seguir el proceso habitual de razonamiento del fenómeno al noúmeno,es decir de lo que se nos presenta física o corporalmente a lo que no tiene dicha entidad material.
Si nos alarmamos y creemos que el consumo de tóxicos es perjudicial para nosotros, para nuestro organismo e incluso las personas que nos rodean, procurando (buscando el bien) evitarlos y preocupándonos porque nuestros allegados no se intoxiquen. ¿Por qué permitimos y toleramos sin poner tanta vehemencia en la prevención cuando se consumen pensamientos tóxicos? un profesor dijo en clase: "a diario tenemos pensamientos del tipo de los perros vuelan y convivimos con ellos cotidianamente sin llevarnos a alarma ni sorpresa alguna" no me atrevo a detallar los pensamientos tóxicos, creo que es una tarea difícil de objetivar, por eso es importante que cada uno procuré cumplir la máxima "conócete a ti mismo" pues en dicho ejercicio de intimidad e interioridad además de identificar pensamientos peligrosos para nuestra higiene, nos habituaremos a conocer y convivir con la parte de nosotros que según creencias perdurará por la eternidad, y al hacernos conscientes de ella, nos aliviará y ayudará a convivir con nuestra realidad corpórea actual, puesto que sería como entristecerse porque al contemplar el océano viesemos evaporarse una gota de agua (usando el símil de Martha Nussbaum).
"La vida contemplativa es, en suma, la opción más natural" La fragilidad del bien, Martha Nussbaum, pág.248
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